¿Tienen lugar el humor y la ironía en una fotografía cuando se habla de crisis migratoria, de cómo las soluciones geopolíticas a miles de kilómetros de nosotros truncan nuestro día a día? ¿Puede el ser humano de hoy en día encontrar equilibrio en el mundo que nos rodea? Sobre este y muchos otros temas hemos hablado con Carlos Spottorno, el fotógrafo documental español. Carlos estuvo como invitado en Sofia por cortesía del Sofia Art Book Fest y el Instituto Cervantes de la capital búlgara. Allí presentó su proyecto colaborativo La Grieta (junto al coautor de la misma, Guillermo Abril), una excelente publicación a medio camino entre la fotografía y la novela gráfica como resultado de su periplo en las zonas fronterizas de la Unión Europea, donde Bulgaria tiene una especial relevancia por su proximidad con Oriente Medio.
Carlos nació en Budapest en 1971 y creció en Roma, Madrid y París. Después de graduarse en la Accademia di Belli Arti di Roma, pasó varios años trabajando en el mundo de la publicidad como director creativo, campo que iría abandonando paulatinamente cuando en 2001 comenzó a tomar una parte más activa en el mundo de la fotografía documental. Desde entonces, ha trabajado en proyectos relacionados con la política, la economía y los diferentes aspectos sociales que conforman la actualidad.
Lo primero que quería preguntarte es: después de trabajar tantos años como creativo en una agencia publicitaria, ¿cuál fue el detonante que viró ese rumbo hacia el mundo de la fotografía, en concreto la fotografía documental?
En realidad son mundos distintos pero en algunos aspectos no tan distintos en el sentido en que la publicidad incluye también fotografía. Primero estudié Bellas Artes, pintura.
En Italia, ¿no?
Sí, en Italia. Quería ser pintor o artista pero enseguida me di cuenta de que no era lo mío. Sobre todo quería tener un trabajo, ganar dinero… Entonces me metí en publicidad sin saber muy bien lo que era. Pero me di cuenta de que quería hacer otra cosa. Quería hacer fotografía documental o periodística. Para mí, el sueño al que aspiraba era ser fotógrafo para National Geographic. La idea era ser un tipo que va viajando por el mundo haciendo fotos y viviendo aventuras.
Dejé la agencia de publicidad para dedicarme de pleno a la realización de esa idea pero me costó bastante trabajo, sobre todo al principio, porque incluso después de dejar la agencia estuve cerca de 10 años haciendo casi exclusivamente fotografía publicitaria.
Pero ya iba decantándome por los trabajos documentales y periodísticos cuando tenía posibilidades. De hecho tenía bastantes proyectos porque trabajando en publicidad ganaba el suficiente dinero para pagarme viajes, material… E iba sin ninguna expectativa profesional, por lo tanto nadie estaba esperando nada de mí y eso me daba la libertad de hacer lo que quisiera.
A día de hoy puedo decir que de alguna manera lo he conseguido.
Bueno, lo has conseguido no solo de alguna manera (los dos ríen).
Sí, pero también ha sido un proceso lento y con muchos años compaginando las dos cosas y tratando de cambiar una carrera profesional consolidada que no es nada fácil. Ya cambié la carrera de creativo a fotógrafo y luego de fotógrafo periodístico a fotógrafo documental. Han sido cambios lentos y difíciles, he de decir…
foto: Sofia Hussein – Carlos Spottorno durante su presentación del proyecto “La Grieta” en Sofia, Bulgaria
Has nacido y vivido en varios países. ¿Es ese bagaje nómada el que te ha llevado a interesarte por los temas económicos y socio-políticos que tratas?
Completamente, pero más específicamente quiénes son mis padres. Mi padre (Rafael Spottorno Díaz-Caro) era diplomático y ese es el motivo por el que yo he viajado a tantos sitios y he vivido en tantos pero aparte de haber viajado también he tenido una gran exposición a nivel político desde que era niño por parte de mi padre, pues esos eran los principales temas de conversación. Se hablaba de política, leíamos el periódico… Yo ya leía el periódico con 14 años y eso sin duda ha despertado en mí siempre un gran interés en asuntos internacionales. Las relaciones de fuerzas, lo que pasa en un país, las consecuencias que tiene en otro, cómo las cosas evolucionan, tratar de tener una visión histórica de los acontecimientos, tratar de analizarlo con perspectiva tanto hacia atrás como hacia adelante en la mayor medida de lo posible… Y luego por otro lado está mi madre (María Pía Rubio), que ha sido una artista plástica y en ella reside la parte que me influyó a la hora de estudiar BBAA y en tener una visión estética y artística de la vida. Es decir, en mí convive por una parte un elemento de contenidos políticos, sociales y económicos derivados de mi padre y luego ahí está la parte estética, creativa, visual que tiene que ver con mi madre. Y de algún modo pues eso se ha ido fundiendo y al final he salido yo.
foto: Carlos Spottorno – proyecto “Indignados”
Ahora entiendo perfectamente tu trayectoria e intereses. Se nota el bagaje de ambos. Mi padre también era diplomático y también en mi casa estaba muy presente el tema de la política. Como ya hemos hablado antes, para mí (y por supuesto no solo para mí) tus fotos tienen un estilo muy cinematográfico. ¿Qué buscas en una foto a la hora de hacerla y qué es lo que convierte una imagen en algo especial, en algo exitoso para ti? Lo que te hace decir que una imagen es buena.
Una imagen buena por tratar de definirlo rápidamente es una imagen que expresa sin lugar a dudas exactamente lo que el fotógrafo ha experimentado o ha interpretado. Es decir, yo veo una escena y al final lo que hago es capturarla para enseñársela a otra persona puesto que no tenemos la habilidad innata de transmitir imágenes telepáticamente.
Todavía…
Todavía. Ya llegará… Tenemos la habilidad de transmitir pensamientos verbalmente pero no imagen por lo que dependemos de un aparato de captura y presentación. En la medida en la que lo que yo te enseño es fiel a lo que yo he interpretado, entonces me siento satisfecho. Me gusta que mis imágenes sean claras y sin ambigüedades. A menudo trabajo con la paradoja o la contradicción. Me gusta buscar en la imagen cosas que son contradictorias entre sí, sobre todo cuando trabajo en imágenes que son concebidas como piezas individuales. Últimamente he trabajado mucho en proyectos que están dentro de series por lo que la fotografía no tiene el mismo peso de forma individual sino que es complemento que junto a otras piezas crean una distinta. No obstante también intento que cada pieza pueda valer como una imagen que funciona por sí misma. Esencialmente busco imágenes potentes, que capten la atención y eso creo que viene de mi background publicitario ya que la publicidad pretende eso, ser de fácil lectura. Y en ese sentido creo que hay un remanente de ese mundo en mí. En un principio no sabía si eso iba a jugar de una manera positiva pero ahora he comprendido que realmente sí que ha sido así porque he aceptado esa manera de ver.
Eres tú.
Soy yo. Entonces funciona bien. Yo entiendo sus mecanismos por lo tanto digamos que entiendo ese instrumento y eso me permite utilizarlo mejor.
Siendo fotógrafo documental, trabajas con un gran número de personas. ¿Cómo te ganas la confianza de esa gente?
Hay ocasiones en las que tengo una relación cercana con las personas pero muchas otras tengo muy poca relación por no decir ninguna. En el trabajo de The PIGS por ejemplo, prácticamente no tuve relación con nadie. No te digo que no me vieran haciendo fotos pero no establecí mucho diálogo con ellos.
foto: Carlos Spottorno – proyecto “The PIGS”
Me gustó mucho esa serie. Especialmente las notas descriptivas tan irónicas.
A eso es a lo que me refiero cuando hablo de interpretación. Yo veo una escena y más allá de lo que sea realmente, que me puede importar más o menos, lo verdaderamente relevante es lo que yo interpreto.
Sí, por ejemplo tu dedicatoria al personal de seguridad me hizo soltar una carcajada (los dos ríen).
Pero porque tú misma has vivido eso…
Sí, cuando he querido hacer fotos. Además me gustó la reflexión que haces acerca de los países del sur, sureste europeo en los que estos trabajadores son la autoridad de su metro cuadrado.
Y ejercer ese pequeño poder, un poder muy limitado pero que hay que ejercer hasta las últimas consecuencias.
¡Exacto, exacto!
Ser jefe de tu metro cuadrado es por otro lado una metáfora casi a cualquier nivel porque el de seguridad rige su metro cuadrado, el jefe de la empresa en la que el vigilante tiene su metro cuadrado rige la propia empresa, el ministro regenta su ministerio y así cada país es dueño de su país y ejerce todo su potestad dentro de sus fronteras y si puede molestar al de al lado también lo va a hacer… Bueno, es una interpretación de la propia vida.
foto: Carlos Spottorno – proyecto “The PIGS”
“PORTUGAL – 2013: Un guardia en la entrada del Palacio Nacional de Sintra se muestra confiado y autoritario. En una cultura donde la jerarquía todavía está latente, ser el dueño de tu propio metro cuadrado es más relevante de lo que uno podría pensar. Todos tienden a proteger su área de influencia y control como un valioso activo. Como fotógrafo, he vivido las voluntades de los guardias de seguridad muchas veces. Este es mi tributo a ellos.”
Entonces muchas veces no desarrollas ninguna relación con tus personajes.
No, muchas veces no. En el caso de Wealth Management ninguna relación, de hecho me posiciono a bastante distancia. Y en el caso de Las Fronteras, tanto cuando fue publicado como reportaje tradicional como luego cuando se publicó como La Grieta, como el libro final. Ahí en algunas ocasiones sí he tenido más relación pero siempre efímera y superficial también por mi manera de trabajar. Porque la mayoría de las veces voy cinco días a un sitio y en esos cinco días tengo que hacer cincuenta mil cosas. De hecho tú ves mis trabajos y casi nunca son en profundidad. Yo no paso una semana con una misma familia. Lo he hecho en otras ocasiones, pero en muchas otras no y tampoco lo encuentro relevante para el tipo de trabajo que yo hago. Para mí esencialmente hay dos maneras de trabajar para un documentalista o periodista que es: en profundidad o a lo ancho. A lo ancho coges perspectiva viendo el dibujo general y en profundidad conoces hasta los últimos detalles e intimidades de la persona o de la situación que vas a fotografiar. En mi caso tengo más interés por la visión amplia de las cosas.
foto: Carlos Spottorno – proyecto “Wealth Management”
Me gustaría hablar de La Grieta. ¿Qué te llevó a editar una novela gráfica en vez de decantarte por una publicación más clásica, en formato fotolibro, por ejemplo?
Pues el motivo que me llevó a este formato fue el hecho de que después de hacer toda una serie larga de reportajes desde África hasta el Ártico tenía una gran cantidad de material, miles de fotos. Bien organizadas y estructuradas como para contar una larga historia y era obvio que debía hacer un libro. Empecé a trabajar en la idea de hacer un libro más clásico, con una selección de unas sesenta u ochenta fotos, las impactantes, las que encierran toda una historia en sí misma… Pero luego, cuando empecé a diseñarlo, empecé a planteármelo y pensé: “¿Cuánta gente lo va a ver? ¿Quién lo va a comprar? ¿Dónde se va a distribuir este libro?” Tengo ya experiencia en libros de fotos y sé que su distribución es muy pequeña. El mercado es muy pequeño y se reduce casi exclusivamente a los expertos –fotógrafos, editores, diseñadores – gente que no solo compra libros, sino que los produce. Entonces, pensé en cómo hacer un libro que traspasara esa frontera y llegara a un público general y que en vez de distribuir 500 copias pudiese distribuir 20.000… Pensé que tenía que encontrar un lenguaje que me permitiera llegar a un mayor público. Dándole muchas vueltas llegué a la conclusión de que la novela gráfica es un lenguaje hoy en día muy popular, con mucho más público que la fotografía, es más barato, se producen muchas más copias y la distribución es mucho más amplia porque hay más puntos de distribución. A día de hoy cualquier ciudad que tenga unos 20.000 habitantes tiene también una tienda de cómics. Sin embargo tiendas que vendan libros de fotos (duda)…, incluso en ciudades de un millón de habitantes igual hay una o dos y ese público es menor.
Y por otro lado está el hecho de que esta historia que es tan compleja, que tienes tantos detalles y comentarios que hacer…
foto: Carlos Spottorno, Guillermo Abril – proyecto “La Grieta”
Sí, detrás de la crisis migratoria hay algo mucho mayor.
Claro, mucho más grande que eso. Y también hay que mirar cómo todo ello está influyendo dentro de la Unión Europea y cómo la Unión Europea se está resquebrajando (de ahí La Grieta) debido a las presiones. En la frontera ocurren cosas que tienen consecuencias en el interior. Entre ellas, el Brexit mismo es una consecuencia. O por ejemplo ahora hay un bloque de países del este que no está contento con cómo se gestiona la UE desde Bruselas. Incluso -pero de eso ya se hablaba en The PIGS- , la dicotomía norte-sur, ¿no? Alemania vs. Grecia. Lo que ha sido un grave detonante y que de alguna manera ha propiciado el éxodo de 2015 que es la consecuencia directa del desencuentro entre Grecia y Alemania.
Esto supone una especie de prueba a la Unión Europea, un stress-test. Al representar esto en viñetas me permite mucho texto y un texto pegado a las imágenes de tal manera que puedes elaborar un discurso largo y consecuencial. Es decir, una cosa es siempre consecuencia de la otra. En los libros de foto habitualmente hay sólo fotos y un prólogo y muchas veces están tan separados que hacer el enlace es un poco complicado. De esta manera facilito la lectura y después de una hora y media, una vez leído libro, te das cuenta de que has aprendido un montón de cosas. Porque en España le preguntas a alguien que ponga un dedo sobre Bulgaria y no sabe dónde está. Y ya no hablemos de Eslovenia, Croacia, y los Balcanes. Tienes una idea remota de dónde están, pero no lo sabes… Hoy yo lo tengo clarísimo pero pregunta a la gente donde esta Kaliningrado, ¡no saben nada!, no saben ni lo que es. Han oído la palabra, pero no saben la importancia que tiene, la relación que tiene con Crimea… Entonces el libro tiene mapas y tiene mucha explicación didáctica. Casi es un libro para estudiantes.
foto: Carlos Spottorno, Guillermo Abril – proyecto “La Grieta”
Digamos que tú pones las imágenes tal cual, sin tratarlas. Pues lo primero que ves es una fotonovela, y una fotonovela está tan ligada a un tipo de contenido de ficción, de romance, de culebrón de los años 70, un poco incluso porno suave de los 80, nada que tuviera relación con el tipo de contenido de La Grieta. Y luego por otro lado con tantas imágenes – hay 755 imágenes -, tienes como que homogeneizarlas, tienen que tener un aspecto cercano. De esta manera se convierte en algo compacto, que tiene un mismo cuerpo desde la primera hasta la última página y luego pierde mucho el aspecto de fotonovela, se convierte en algo más gráfico, el ojo se desliza sobre la imagen, son imágenes mucho más planas, pierden bastante la sensación de profundidad… Entonces, en el mismo modo en que he puesto bordes negros en las viñetas, todo está hecho para que cuando el lector abra el libro su cabeza detecte que lo que tiene delante es una novela gráfica, no una fotonovela. Hay muchas ayudas en ese sentido para el lector, para dirigirlo por un camino específico y que tenga una percepción tal y como yo quiero que lo perciba.
foto: Carlos Spottorno, Guillermo Abril – proyecto “La Grieta”
Durante los viajes para el proyecto, seguro que tanto tú como Guillermo (Guillermo Abril) habéis visto cosas muy duras, incluso inimaginables en pleno siglo XXI en Europa. O como Guillermo mismo lo definió en una entrevista: “Sentí el fracaso de la especie humana” ¿Compartes esa visión? En tu opinión ¿cómo podemos romper esa barrera de indiferencia que nos parapeta?
Pues parece que sí y además pasa el tiempo y vamos a peor. Ahora empiezan los jaleos en Cataluña y de pronto ves cosas que no te podías imaginar. De pronto ahora en España estamos no sé si al borde pero sí asomándonos a un conflicto violento. No podía imaginar que fuese a ver esto en mi vida. Parece ser que la historia se repite. Sí, hay una parte de fracaso en este sentido para mí claramente. Ves escenas como dices, duras: niños durmiendo bajo la lluvia, caminando por los campos, náufragos en el mar. Yo lo que veo es el absurdo: tienes por un lado un mundo occidental que claramente tiene una actitud depredadora con el tercer mundo, que hace imposible que el tercer mundo se desarrolle. No se trata ya de cooperación o de dinero, se trata de no rapiñar… Y luego al mismo tiempo mandamos barcos y ONGs, incluso militares pero el esfuerzo dedicado al salvamento es mucho menor que el beneficio de la depredación. Ha fracasado tan claramente como mecanismo a largo plazo que te preguntas por un lado cómo es posible. Guillermo, con quien he hablado muchas veces, dice: “Mira, esto es sencillo. Tendríamos que aceptar en Europa el estándar de vida de Burkina Faso para que todos viviéramos exactamente igual” Yo creo que exagera un poco. No hace falta que vivamos así, bastaría con que consumiéramos todos un poco menos. No hace falta tener veinticinco pares de zapatos, no hay que cambiar de coche cada dos años, y ese tipo de cosas.
Encontrar equilibrio…
Sí, encontrar un equilibrio. Porque tenemos una sociedad de consumo enloquecida, una especie de bulimia consumista. Hoy en día no se repara nada, todo se compra nuevo. Cuando yo era niño, se reparaban las cosas. Se te rompe algo…
Es que te cuesta más (repararlo)…
¡Claro! Pero ¿por qué cuesta más? Porque si lo compras nuevo, hay alguien que está trabajando por un dólar al mes. Si no fuera así, nos costaría más comprarlo que repararlo. Fíjate, los militares alguna vez han dado alguna pista interesante. Por ejemplo dicen que Occidente puede cambiar su manera de ser depredadora con el resto del mundo, pero lo hará solo por defensa propia. Cuando vea que les va a explotar en la cara.
foto: Carlos Spottorno – proyecto “Escape from Libya”
¿Pero no crees que no solo hemos llegado a ese punto sino que lo hemos rebasado incluso?
No, yo creo que no hemos llegado todavía hasta ese punto.
Es decir, ahora lo estamos viendo incluso con el medio ambiente, con el planeta…
Bueno, sí. Quizá en eso sí, eso puede ser. No tengo esa información… Desde el punto de vista humano que eso sí lo puedo entender más fácilmente, es cierto que el tercer mundo se ha despertado y ha dicho: “oiga, ya está bien. Yo no puedo estar aquí comiendo mierda toda la vida y usted con 6 coches”.
A la larga no funciona…
No funciona. De hecho están viniendo, como es lógico. El que viene, no viene a conquistar, viene a sobrevivir. Pero genera conflictos de convivencia así como en la manera de entender la vida, la existencia. Porque también hay problemas de integración evidentes y problemas de entender las relaciones sociales… Se puede negar, pero es una realidad también. Los hechos van más rápido que la vida humana. Harían falta varias generaciones para que la integración sea real, pero los acontecimientos van más rápido. Entonces no da tiempo… Pero en definitiva soy optimista. O sí que tengo cierto optimismo, porque con todas estas movidas ha pasado. Brexit, Trump… que es lo peor que le ha pasado al mundo en muchísimo tiempo… Creo que la Unión Europea ha despertado de alguna manera y de pronto ha reconocido un espíritu europeísta que estaba callado, silencioso como tranquilo diciendo como: “Bueno, Europa no necesita propaganda, porque funciona sola”. No es cierto, Europa necesita campeones, necesita partidarios, gente que hable específicamente, abiertamente y activamente. El caso de La Grieta es un libro que tiene un fin educativo pro-europeo, donde se señalan los problemas y se señala que solo se resuelven procurando que haya más unión y más cooperación entre países.
¿En ese sentido crees que nos estamos acercando a una tercera guerra mundial o de alguna manera ya ha empezado?
Ya lo ponemos en el libro mismo. Ya ha empezado. Pero hay que verlo con perspectiva, hay una guerra mundial en el sentido de lo que pasa en Siria, donde están luchando los locales, los estadounidenses, la Unión Europea, Rusia. Al mismo tiempo en Corea del Norte se está preparando un buen conflicto con Estados Unidos en el que está presente China. Ya no es una guerra como lo fue la segunda guerra mundial sino que ahora tenemos atentados aquí, atentados allá. Cien muertos hoy en día son una noticia que dura una semana.
O incluso menos, dependiendo de donde estén los muertos.
Los muertos del tercer mundo a veces ni salen. Cuando yo era niño se morían ocho personas en un atentado y estábamos hablando de ello durante dos meses. ¿Ocho personas a día de hoy… (deja la pregunta en el aire)? Nuestro umbral de tolerancia al desastre y al caos se va expandiendo y cada vez nos la comemos más gorda y en el fondo si piensas cómo llega una guerra, estás tan acostumbrado al desastre y a la muerte que ya los muertos ni los cuentas.
Sí, empieza poco a poco, no es de un día para otro…
Pero por terminar optimista, creo que la Unión Europea ha despertado y se han despertado personas, individuos, instituciones… Creo que en Europa ha habido cierto despertar y que bueno, si no nos explota en las manos como parece que puede explotar en Cataluña, pues a lo mejor tenemos futuro…
La última pregunta, ¿Sandía o melón?
Sandía.
entrevista: Sofia Hussein para Dinya
fotos: Sofia Hussein / archivo Carlos Spottorno